GLOBALIZACIÓN, INTEGRACIÓN SUPRANACIONAL Y
PROCESOS TERRITORIALES LOCALES: ¿HAY
SINCRONÍA?
Sergio Boisier @
Síntesis
Este documento trata de responder a la pregunta del título, tarea nada de fácil, como es
posible entrever. Será necesario, como primera cuestión, dejar en claro que se entenderá
por “globalización” en este contexto; en segundo lugar habrá que develar las relaciones
entre el proceso de la globalización y el territorio, en general, asunto para algunos
ambiguo o resuelto falsamente mediante la “muerte” del territorio y de la geografía; en
tercer lugar será necesario establecer si algo como el “crecimiento local” o “desarrollo
local” pertenecen a la lógica globalizadora, aclarando de paso las diversas
interpretaciones de los conceptos para, por ultimo examinar las contribuciones—si las
hubiera—de los procesos locales a la globalización, al funcionamiento de bloques
supranacionales (como el MERCOSUR por ejemplo), a la competitividad y al
desarrollo como tal.
Palabras claves: Globalización, integración supranacional, crecimiento, desarrollo,
territorio, conocimiento.
Globalización: ¿una Caja de Pandora?
Globalización es un tema importante en la discusión sobre la naturaleza del
orden internacional post guerra fría. No se trata de un concepto ligado a una teoría
claramente articulada, pero se transformó, de todos modos, en una metáfora poderosa
para describir numerosos procesos universales en curso. Desde nuestro punto de vista
una característica relevante de la globalización reside en las múltiples dialécticas que
ella provoca, por ejemplo, en la geografía política, al generar diacrónicamente fuerzas
que apuntan a la creación de cuasi-Estados supranacionales y cuasi-Estados
@ Economista chileno. Ex Director de Políticas y Planificación Regionales del ILPES/CEPAL.
Presidente-Ejecutivo de CATS (Centro de Inacción Territorio y Sociedad), una Consultora en desarrollo
territorial independiente. Correo electrónico: sboisier@vtr.net . Una versión similar de este documento
aparece en el número 86, 2005, de la Revista de la CEPAL.
Santiago de Chile, 2005
2
subnacionales, o en la modificación de la geografía locacional de la industria
manufacturera, poniendo frente a frente la creación de un único espacio de mercado
global y un enorme abanico de lugares productivos discontinuos en la superficie
terráquea. La primera y específica dialéctica macro produce una suerte de esquizofrenia
micro en los individuos al tensionarlos entre la necesidad de ser universal y la
simultánea necesidad de ser local, en tanto que la segunda da lugar a un modo de
producción en red, a una geografía física y económica discontinua, en el plano de la
producción manufacturera.
Como ya es bien sabido, existen por lo menos dos maneras de referirse a la
globalización: una metafórica y otra más científica, lo cual no niega el carácter
científico que puede tener toda metáfora, sólo que ella es siempre circunloquial y a
veces hay que descubrir la verdad oculta o disimulada en el lenguaje. En la perspectiva
metafórica, N. García Canclini se ha referido magistralmente a la globalización como
“un objeto cultural no identificado”, Z. Bauman lo hace apuntando a ella como “un
fetiche, un conjuro mágico, una llave destinada a abrir todas las puertas a todos los
misterios presentes y pasados”, S. Boisier, a partir del cineasta Luis Buñuel se ha
referido a ella como “un oscuro objeto de deseo” y como “el discreto encanto de la
burguesía” y, nuevamente, García Canclini ha sostenido que “todo lo que no es culpa
de la Corriente del Niño, es culpa de la globalización”, frase lapidaria y ciertamente
bien humorada.
Como es conocido, ya el mundo se encuentra dividido entre los anti y los pro
globalización, más radicales los primeros y con líderes emblemáticos como M. Bové o
I. Ramonet y más conservadores los segundos, cuyos líderes son organizacionales,
principalmente, Banco Mundial, Fondo Monetario, OMC. Los primeros quieren tapar
el sol con una mano y los segundos quieren imponer un marco ideológico y político mal
llamado Consenso de Washington. Hay mucho de folklore, mucho desconocimiento, y
mucho autoritarismo en todo este espectro. Desde un punto de vista estructural, propio
de una visión más científica, y en el espacio disponible ahora, sólo cabe aclarar—quizás
si lo más importante—que el término “globalización” es un descriptor de la actual fase
tecnocognitiva del desarrollo del capitalismo, y como tal, se trata, la globalización, de
algo incrustado en la lógica del sistema capitalista, mucho más allá de cualquier
simplista presunción sobre la “maldad” o “perversidad” de personas específicas:
3
especuladores como G. Soros, intelectuales como G. Stiglitz, tecnoindustriales como B.
Gates, políticos como G. Bush, T. Blair o J. Chirac, o, muy modestamente, intelectuales
de variado pelaje.
Como cualquiera sabe, el sistema de relaciones sociales de producción llamado
“capitalismo”--que es eso precisamente y no una ideología-- nace en la Europa del Siglo
XVI, se asienta en Holanda principalmente como capitalismo comercial y en Inglaterra
del Siglo XVIII bajo una modalidad igualmente “comercial” pero que más adelante y al
amparo de la Revolución Industrial abrirá espacio a una modalidad precisamente
“industrial”, la que a su vez se abrirá para dar cabida a una modalidad “financiera”, la
que, finalmente, parafraseando a Francis Fukuyama, entrará al fin de la historia
mostrándose como una modalidad “tecnocognitiva”, cada una de estas etapas o
modalidades coexistiendo con las otras, pero mostrando la hegemonía de una de ellas.
La característica central de la etapa tecnocognitiva del capitalismo está dada por la
simultaneidad de dos fenómenos, que pueden imaginarse como dos curvas en un
cuadrante: primero, un ciclo de vida cada vez más corto para cada generación de
productos y, segundo, un costo en investigación y desarrollo cada vez mayor para pasar
del producto de generación “n” al de generación “n+1”. Una curva exponencialmente
decreciente y otra exponencialmente creciente. Por cierto, la velocidad de generación de
nuevo conocimiento se encuentra detrás.
El sistema capitalista, como cualquier sistema biológico o social, posee un
imperativo más que “kantianamente” categórico: su reproducción permanente. Para ello
debe recuperar a la mayor velocidad posible los recursos gastados en invención, diseño,
fabricación y comercialización del producto de generación “n+1” y frente a tal
exigencia el sistema no tolera ni tolerará fronteras, aduanas, aranceles, prohibiciones ni
mecanismos que entraben el comercio; el sistema requiere un espacio único de
mercadeo1. A la luz de este argumento se entiende la frenética carrera por firmar
acuerdos de variada naturaleza entre países y se comprende qué es lo que quiere decir la
CEPAL cuando habla del “regionalismo abierto”, un juego practicado con entusiasmo
por Chile por ejemplo, que como economía pequeña, debe hacer apuestas en todas las
mesas de la sala de juego de esta suerte de Casino Mundial.
1 Y, paradojalmente, como se verá, múltiples espacios de producción. Naturalmente que la lógica del
sistema no coincide plenamente en el corto plazo con la lógica de defensa de las economías nacionales,
pero es fácil adivinar cuál será el contendor que impondrá su modo de organización del mundo.
4
A manera de síntesis cabe señalar que la apertura externa, quizás si la
manifestación más visible de la globalización, obliga a países y regiones a utilizar dicha
apertura para colocar sus productos transables en dos nichos del comercio internacional:
el nicho de la modernidad de lo transado y el nicho de la competitividad de lo transado2.
Obsérvese, de paso, que “modernidad productiva” es algo intrínsecamente asociado a
“innovación”, que a su vez ahora se liga más y más al territorio, lo mismo que
“competitividad”.
Globalización y territorio configuran un par sobre cuya existencia misma hay
posiciones encontradas, entre quienes sostienen que la globalización devalúa el
territorio y los que sostienen, por el contrario, una revalorización territorial en ella.
Según James Simmies3, los especialistas en esta materia tienden a agruparse entre
aquellos preocupados por los papeles cada vez más significativos desempeñados por las
grandes corporaciones y aquellos interesados en las empresas más pequeñas, y ambos,
con las causas de la aglomeración espacial de las actividades económicas innovadoras.
Un lado del argumento, sostenido por ejemplo, por Froebel, Heinrichs y Kreye,
Henderson y Castells, Amin y Robins es que ha surgido una economía global dominada
por grandes corporaciones transnacionales. Las decisiones de ellas acerca de dónde
ubicar actividades tales como las productivas o de I&D determinan en gran medida qué
tipo de actividad económica se aglomera en qué lugar. Así, el territorio se transforma en
una suerte de “variable dependiente” en la función de crecimiento innovador.
Otro lado del argumento, representado por ejemplo, por Piore y Sabel, Porter,
Scott y Storper, Stöhr, Vázquez-Barquero, Garofoli, Cuadrado-Roura y muchos
especialistas latinoamericanos—este autor entre ellos--y del Tercer Mundo en general,
es que los lugares y localidades están siendo más, y no menos importantes en su
contribución a la innovación y a la alta tecnología.
Los “globalizadores” se apoyan en el hecho evidente de que una fracción
importante del capital se está concentrando y centralizando a nivel de la economía
internacional y hay abundantes datos que confirman este hecho. Se sigue de este tipo de
2 Véase el excelente estudio de Iván Silva: Disparidades, competitividad territorial y desarrollo local
y regional en América Latina, 2003, ILPES/CEPAL, Serie Gestión Pública, Santiago de Chile
3 Simmies J. “Innovation, Networks and Learning Regions?”, Regional Policy and Development # 18,
1997, RSA, J. Kingsley Publishers, London
5
línea argumental que las localidades, regiones, e incluso países, están siendo “rediseñados”
de acuerdo a la economía global y a sus principales actores: las
corporaciones transnacionales. Los “localistas” se apoyan en una supuesta reacción del
consumo frente a la homogeneización de los bienes y servicios transados y a la
respuesta de una parte de las empresas vía la “especialización flexible”, una estrategia
de permanente innovación que trata de acomodarse al cambio incesante, en vez de tratar
de controlarlo. Especialización flexible que va de la mano con escalas pequeñas de
producción y con la necesidad del “aprendizaje colectivo”, fuertemente facilitado por la
cercanía geográfica, de aquí en parte, la revalorización del territorio.
Es un hecho que ambos argumentos comparten la verdad. La globalización
afecta el tamaño (e inevitablemente la localización) de las unidades productivas de dos
maneras opuestas y simultáneas. Las economías de escala respaldan el gran tamaño y la
concentración territorial en tanto que las economías de flexibilidad mostradas por
Storper4, y de diferenciación, respaldan el pequeño tamaño y la dispersión, pero como el
pequeño tamaño aislado tiene una alta probabilidad de fracaso, estas economías
empujan también la conformación de NID’s (New Industrial Districts o Nuevos
Distritos Industriales).
Desde otro punto de vista, se pueden anotar por lo menos tres argumentos que
avalan la tesis de una revalorización del territorio, precisamente en el contexto de la
globalización.
Comencemos por un argumento sociológico. Como lo señalara alguna vez Edgar
Morin, la modernidad generó en el hombre una metástasis del ego, que lo ha llevado a
creer en una nueva ciudadanía para él, la de “ciudadano del mundo”, desprovisto de
cualquier lazo atávico que lo identificase con su “terruño”, chico o grande. “I´ Been
Moved”, la conocida interpretación de la sigla IBM es una expresión de esta vanidad (de
no ser de aquí ni ser de allá ni tener edad ni color de identidad, como en la canción del
cantautor argentino Facundo Cabral) porque por el contrario, la mayoría de nosotros ni
siquiera somos “ciudadanos nacionales” (salvo en la acepción jurídica de ello). Somos,
en la generalidad de los casos, “ciudadanos locales”, viajeros de la proximidad,
habitantes de lo cotidiano.
4 Storper M., The Regional World, 1997, The Guilford Press, London
6
Bastaría hacer una pequeña investigación empírica para mostrar que la
abrumadora mayoría de la gente hace uso de su tiempo de vida en un espacio geográfico
que, imaginariamente, no supera el área de un círculo de no más de 500 Kms. de radio.
Allí vive, forma familia, trabaja, obtiene educación y salud, allí se recrea y
generalmente termina por ser enterrado en ese mismo espacio, que es el territorio de la
cotidianeidad. Es fácil inferir que para cualquier individuo, la realización de su proyecto
individual de vida depende críticamente de lo que acontezca a lo largo del tiempo en su
entorno cotidiano. Por tanto para todos es de vital importancia que al entorno cotidiano
“le vaya bien” ya que así la probabilidad de tener éxito en el proyecto individual de vida
aumenta, in situ. Razón demás para envolverse como ciudadano en la gestión de su
propio territorio. Obsérvese que un argumento semejante es válido para las PyMES.
Obsérvese también el uso de la “recursividad” sistémica en este argumento, de tal
manera que causas y efectos se trastocan en el tiempo.
Desde el punto de vista tecno-económico, la valorización del territorio es clara e
importantísima. Uno de los efectos más importantes de la Revolución Científica y
Tecnológica es, vía micro-electrónica y otros mecanismos, permitir la segmentación
funcional y territorial de los procesos productivos sin pérdida de eficacia ni de
rentabilidad. Esta es una cuestión clave ya que al ser posible desagregar un proceso
productivo en partes componentes, para localizar dichas partes en diferentes lugares
discontinuos en el globo, la firma (ahora casi un “holding”) debe examinar
cuidadosamente las características de cada lugar para que la “apuesta” tenga un
resultado positivo. ¡El territorio puede hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso en
el modo de producción post fordista, en red, o como se llame! Por ello es que la
globalización exige ahora finos análisis sociales—aparte de económicos y tecnológicos-
- de los múltiples territorios de producción.
No hay que confundir entonces la inevitable desnacionalización industrial
comentada por Robert Reich5, ex - Secretario del Trabajo de los Estados Unidos, con
una devaluación del territorio. Se trata de dos cuestiones distintas.
Desde el punto de vista cultural e identitario el territorio también se valoriza, eso
sí, dentro de una dialéctica globalizadora producida por la confrontación entre las
5 Reich R., El trabajo de las naciones. Hacia el capitalismo del Siglo XXI, Javier Vergara, Editor S.A,
1993, Buenos Aires, Argentina
7
tendencias homogeneizadoras tanto tecnológicas como culturales y la defensa del ser
individual y colectivo. ¿Quién se quedaría impávido ante una pérdida completa de la
identidad, reemplazada por una alienación total? ¿Quién vería con indiferencia la
pérdida de la nacionalidad a favor de una imaginaria ciudadanía corporativa? ¿Quién
preferiría ser “ciudadano de la Coca-Cola o de la Mitsubishi” en vez de ser chileno, o
argentino, por ejemplo? Entre la alienación total y la marginación completa surge el
sincretismo y la cultura “híbrida” de García Canclini. Al contrario de lo que sostiene
Bauman ser local en un mundo globalizado no es una señal de penuria y degradación
social. La síntesis se encuentra más bien en el neologismo de Robertson: glocal:
piensa global y actúa local (para la empresa) y piensa local y actúa global (para el
territorio). Si Aristóteles nos recuerda que el hombre es un “animal político”, no es
menos cierto que es primariamente un “animal territorial” y tal característica de la
persona humana aflora con fuerza en la contemporaneidad. Por algo el exilio es
considerado como una pena extrema. Si alguien todavía tiene dudas acerca de nuestra
irrenunciable naturaleza de “animal territorial”, puede preguntar a judíos y palestinos si
acaso el territorio “importa” o no.
Pero las vinculaciones entre globalización y territorio no se agotan en las
cuestiones recién mencionadas.
El conocimiento, bien se sabe, es quizás si el eje central de la globalización o de
la fase tecnocognitiva del capitalismo y de la paulatina conformación de una “sociedad
del conocimiento”. Ahora sabemos que existen nuevas y complejas articulaciones entre
conocimiento y territorio, que incluyen temas como innovación y territorio, aprendizaje
colectivo, conocimiento tácito y codificado, surgimiento de regiones “cognitivas”,
amplia categoría que incluye nociones tales como regiones aprendedoras, regiones
inteligentes, medios innovadores, etc.6
La conclusión de esta sección es doble: la globalización corresponde a una fase
del desarrollo del capitalismo y como tal, su conducta es una conducta sistémica que
opera por encima de las voluntades individuales o colectivas, pero tal característica no
la hace ingobernable; el territorio juega en la globalización o en esta etapa del
6 Boisier S., “Knowledge Society, Social Knowledge, and Territorial Management”, Regional
Development Studies vol. 9, 2003, UNCRD, Nagoya, Japan y también del mismo autor: El lenguaje
emergente en desarrollo territorial, 2002, policopiado, Santiago de Chile
8
capitalismo, un papel más importante que en el pasado. No hay que confundir el
territorio con la distancia, ni la geografía con el mapa. Con toda razón, Gregory Bateson
decía: “el nombre no es la cosa nombrada ni el mapa es el territorio”.
Desarrollo local: ¿hay algo detrás de la tautología?
El vocablo “desarrollo” denota un concepto que tiene completud 7, no necesita
nada más para su cabal entendimiento. En este sentido habría que contradecir a Bateson
diciendo: “el nombre es la cosa nombrada”, para agregar a continuación que todos los
adjetivos que suelen acompañar al sustantivo no hacen sino crear redundancias. En
efecto, como lo veremos enseguida, el desarrollo no puede ser sino local, de igual modo
que no puede ser sino “humano”, o “sustentable”, o “endógeno”, o lo que se quiera,
porque de otro modo, ¿qué entelequia sería?
No es del caso repetir acá largos argumentos que, este autor, entre otros, ha dado
para avalar estas afirmaciones; estas tautologías tienen, probablemente, su origen en la
creciente necesidad de separar aguas entre las nociones de “crecimiento” y de
“desarrollo”8, o a lo sumo, sirven para marcar un énfasis, pero no para hacer
diferenciación.
Hay que hacer justicia retrospectivamente y reconocer la enorme sagacidad de
François Perroux al señalar en aquella frase famosa de 1955 que: “El hecho, burdo pero
sólido, es éste: el crecimiento no aparece en todas partes a la vez; se manifiesta en
puntos o polos de crecimiento, con intensidades variables; se esparce por diversos
canales y con efectos terminales variables para el conjunto de la economía” (énfasis en
el original). Una observación como esta, viniendo de quien viene, debiera ser suficiente
para sostener inequívocamente, que el desarrollo (y obsérvese que Perroux hablaba del
crecimiento, una cuestión mucho más simple que el desarrollo) es claramente un
fenómeno local en un sentido geográfico y también sistémico, y no nacional en el
mismo sentido y que el concepto de desarrollo global es sólo una abstracción
construida sobre promedios. Además, aquello que usualmente se denomina como “un
7 “Completud” pareciera ser un sacrilegio lingüístico. Si Octavio Paz la usa (La llama doble, Seix Barral,
1993: 41) cuando dice: “somos seres incompletos y el deseo amoroso es perpetua sed de ´completud´”,
todos los simples mortales estamos autorizados a su uso.
8 Véase el trabajo de S. Boisier titulado “Desarrollo (local): ¿de qué estamos hablando?” que forma parte
de su libro El desarrollo en su lugar , Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de
Chile, 2003, Santiago de Chile, y publicado además en numerosas revistas académicas.
9
país desarrollado” rara vez lo es en toda su área y bien se podría decir que un país
desarrollado es aquél que tiene una elevada proporción de su superficie territorial y de
su población en tal condición.
Si el razonamiento puro no fuese suficiente, habría que preguntar a cualquier
interlocutor: ¿es el desarrollo—en su país—un fenómeno homogéneamente presente a
lo largo y ancho del territorio? ¿No? Entonces convengamos en que hablamos de un
fenómeno local, es decir, localizado e incrustado en las características económicas,
técnicas, sociales, y culturales de ese lugar en particular. De aquí que pueda sostenerse
que el desarrollo es un fenómeno dependiente de la trayectoria 9 e históricamente
evolutivo y que, como tal, se inicia siempre en un lugar (o en varios, pero nunca en
todos), siempre como un proceso endógeno (aunque su base material puede ser
considerablemente exógena), siempre descentralizado, y siempre con una dinámica
capilar “de abajo hacia arriba y hacia los lados”, que terminará por producir, en
función de la dialéctica territorio/función propia de la modernidad, una geografía del
desarrollo, rara vez uniforme, comúnmente con la forma de archipiélago o en el
extremo, con la forma de la dicotomía centro/periferia.
Admitido el carácter territorialmente local(izado) del desarrollo, habría entonces
que preguntar: ¿qué es lo que se quiere decir al emplear la expresión desarrollo local,
más allá de subrayar lo evidente y lo tautológico? ¿Hay algo sustantivamente rescatable
en la expresión en comento? Sí, lo hay.
Una revisión de la literatura hace ver una considerable confusión en torno a este
concepto. Quizás si en parte tendría razón J. Guimaraes10 al comentar que “desarrollo
económico local” describe una práctica sin mucho basamento teórico…”(en inglés el
original). En una rápida busqueda en la literatura resalta con interés la definición dada
por Sergio Buarque11: “Desarrollo local es un proceso endógeno registrado en
pequeñas unidades territoriales y asentamientos humanos capaz de promover el
dinamismo económico y la mejoría en la calidad de vida en la población. A pesar de
constituir un movimiento de fuerte contenido interno, el desarrollo local está inserto en
9 Path dependence como se le conoce en inglés. Se trata de un concepto asociado a la irreversibilidad del
tiempo, algo propio de la física no newtoniana.
10 Guimaraes J.P., “Local Economic Development: The Limitation of Theory”, B. Helmsing and J.
Guimaraes (eds.) Locality, State and Development, 1997, ISS, The Hague, The Netherlands
11 Buarque S., Metodología de Planejamento do Desenvolvimento Local e Municipal Sustentable,
1999, IICA, Recife, Brasil
10
una realidad más amplia y compleja, con la cual interactúa y de la cual recibe
influencias y presiones positivas y negativas. El concepto genérico de desarrollo local
puede ser aplicado a diferentes cortes territoriales y asentamientos humanos de
pequeña escala, desde la comunidad (…) al municipio e incluso a micro regiones de
tamaño reducido. El desarrollo municipal es, por lo tanto, un caso particular de
desarrollo local con una amplitud espacial delimitada por el corte administrativo del
municipio” (en portugués el original).
Otras referencias importantes en el tema se encuentran en trabajos de Antonio
Vázquez Barquero, José Arocena, Augusto de Franco, Pierre Muller, Pierre Veltz y
Michel Savy, Francisco Alburquerque, y otros.
La globalización es una matriz tecno-socio-económica de alta complejidad, tanto
por el número de sus elementos como por el número de interacciones y dialécticas que
ella contiene. Como se dijo, parcialmente, es más una metáfora de la contemporaneidad
que una teoría bien establecida. En el campo de las actividades que requieren economías
de escala favorece las fusiones, el gigantismo, la concentración y la homogeneización.
En el campo de las actividades que requieren economías de la diferenciación favorece la
pequeña escala, la producción flexible y en red, la multi localización y el anclaje
territorial. Es en este último sentido que se abre un espacio para el desarrollo local en la
globalización, generando tres enfoques complementarios sobre el desarrollo local.
Parece posible distinguir a lo menos tres contextos no necesariamente
independientes entre sí que cobijan modalidades diferentes y sustantivas de desarrollo
local, más allá, como se dijo, de su indesmentible dimensión geográfica: el enfoque del
desarrollo local como una matriz de estructuras industriales, el enfoque del desarrollo
local como un proceso endógeno de cambio y, el enfoque del desarrollo local como
empoderamiento de una sociedad local.
El enfoque del desarrollo local como una matriz de estructuras industriales. Paul
Krugman12 habla de la “resurrección de la geografía económica” debido al
reconocimiento de la existencia de rendimientos crecientes, que lleva a un
replanteamiento de las teorías de localización a partir del estudio de las ventajas
12 Krugman P., Geography and Trade, 1991, Leuven University and MIT Press, Cambridge, Mass.,
USA
11
económicas de los procesos de aglomeración espacial de los agentes económicos13.
Forma parte también de esta “resurrección” la relectura de Marshall y el
redescubrimiento de los “distritos industriales” y de la “atmósfera industrial”, como
también hace parte de ella la importancia creciente de garantizar la “competitividad”
global de las actividades industriales, tema claramente asociado a Porter, así como las
evidencias que respaldan la importancia de un “entorno” territorial facilitador de las
innovaciones, a partir de Aydalot.
El enfoque del desarrollo local centrado en la estructura industrial ha cristalizado
en tres corrientes de análisis, de investigación y de diseminación: a) el distrito industrial
“a la italiana”; b) el medio innovador “a la francesa” y; c) el cluster “a la
americana”.
Supongo que todos ya estamos más o menos interiorizados acerca del contenido
de estas corrientes. En el distrito industrial, como se muestra empíricamente en el Norte
de Italia, el elemento central reside en la especialización y en la “coopetencia”,
neologismo inventado para describir una conducta empresarial en el cual coexiste la
cooperación en ciertos eslabones de la cadena de valor y la competencia en otros. Está
suficientemente probado la fuerte base cultural de estas conductas colectivas y la
importancia del capital social14. En el medio innovador, concepto inventado por el
grupo GREMI (Groupe de Recherche Europeén sur les Milieux Innovateurs), se afirma
que el “medio” es un operador colectivo que reduce los grados estáticos y dinámicos de
incertidumbre que enfrentan las firmas mediante la operación tácita y explícita de
interdependencia funcional entre jugadores (actores) locales, realizando las funciones de
investigación, transmisión, selección, decodificación, transformación y control de
información. La noción de “medio innovador” o entorno local, tiene, según Vásquez
Barquero, tres características: a] en primer lugar, hace referencia a un territorio sin
fronteras precisas pero que forma una unidad que es el lugar en que los actores se
organizan, utilizan los recursos materiales e inmateriales y producen e intercambian
bienes, servicios y comunicaciones; b] los actores locales forman, además, una red a
través de relaciones y contactos, con lo que se establecen los vínculos de cooperación e
13 La revista española Investigaciones Regionales, en el número 4 de 2004, reproduce un notable y
relajado e informal diálogo entre Krugman y Fujita acerca de “The new economic geography: Past,
present and the future” que merece una atenta lectura.
14 Para un enfoque crítico acerca de la replicabilidad de los distritos italianos véase Patricio Bianchi y
Lee. M. Miller: Innovación y territorio, 1999, Editorial JUS, México
12
interdependencia; c] un entorno local contiene, por último, procesos de aprendizaje
colectivo, que le permiten responder a los cambios del entorno a través de la movilidad
del trabajo en el mercado local, los intercambios de tecnología de producto, proceso,
organización y comercialización, la provisión de servicios especializados, los flujos de
información de todo tipo o las estrategias de los actores. En los “clusters”, cuya
introducción en el análisis económico territorial se debe a Michel Porter, éstos se
definen de la manera siguiente: “Los ‘clusters’ son concentraciones geográficas de
compañías e instituciones interconectadas en un campo [o sector] particular”15. De
acuerdo a lo sostenido en este artículo de Porter, los “clusters” no tienen límites
geográficos definidos en un sentido político (son “manchas” de actividad en el mapa y
como tales, se superponen a las fronteras nacionales o internacionales) y sus dos
características principales son permitir el surgimiento de actitudes empresariales que
permiten competir y cooperar en forma simultánea y permitir a cada miembro del
“cluster” beneficiarse como si él mismo operase a una escala mayor o como si se
hubiese asociado con otros sin sacrificar su flexibilidad. El mismo Porter cita a manera
de ejemplo los “clusters” del vino en California, del cuero en Italia o de la química en
Alemania y en Suiza.
La fortaleza de los “clusters” de firmas especializadas de pequeño y mediano
tamaño reside, según Bert Helmsing16, en las economías externas de escala y alcance
(scale and scope). Este mismo autor cita estudios recientes que muestran, primero, la
gran variedad de “clusters” existentes y, segundo, la heterogeneidad interna de ellos. De
hecho hay “clusters” ligados a actividades controladas por corporaciones
transnacionales de gran escala, como podría ser el potencial “cluster” cuprífero en
Chile.
Joseph Ramos 17, sostiene que la conformación de “clusters” tiene mucho que
ver con el hecho de que la competitividad de una empresa es potenciada por la
competitividad del conjunto de empresas y actividades cercanas. Tal competitividad del
conjunto deriva de importantes externalidades, economías de aglomeración, spillovers
15 Porter M., “Clusters and the new economics of competition”, en Harvard Business Review, Nov-
Dec.,1998
16Helmsing B., Externalities, Learning and Governance. Perspectives on Local Economic
Development, 2000, ISS, The Hague, The Netherlands
17 Ramos J., Una estrategia de desarrollo a partir de los complejos productivos (clusters) en torno a
los recursos naturales, CEPAL, LC/R.1743, Santiago de Chile, 1997
13
tecnológicos e innovaciones que surgen de la fuerte interacción entre empresas situadas
en la misma localización. Así, el concepto de “cluster” forma parte del amplio campo de
las teorías de localización industrial.
Un trabajo emanado desde la CEPAL18, contiene una de las revisiones más
claras y exhaustivas del concepto de “cluster”. Rudolf Buitelaar, su autor, introduce la
interesante clasificación de “clusters” originada en un trabajo de los holandeses
Roenlandt y den Hertog19 que distinguen los niveles Nacional-macro, Sectorial-meso y
Empresarial-micro con tres correspondientes conceptos de “clusters”: enlaces
sectoriales en una estructura económica, enlaces inter e intra-industriales, y contactos
empresariales respectivamente. Según Buitelaar, “clusters” son entonces
concentraciones geográficas de grupos de empresas e instituciones enlazadas que
constituyen un sistema de valor, cuya posición en el mercado se explica por la
capacidad de aprendizaje del conjunto.
El enfoque de desarrollo local como un proceso endógeno de cambio. El
concepto de “desarrollo endógeno” es tan popular ahora como el de “desarrollo local”
y no resulta fácil distinguirlos, pero es casi imprescindible hacerlo.
En primer lugar hay que separar aguas nuevamente entre los conceptos de
“crecimiento” y de “desarrollo”, puesto que en la corriente dominante en materia de
teorías del crecimiento económico y partir de los trabajos de P. Romer, R. Lucas, X.
Sala y Martin, y otros, se ha impuesto el concepto de “crecimiento endógeno” para
describir un proceso global en el cual el gasto en investigación científica y
tecnológica—principal factor de progreso a través del conocimiento—es un gasto que
obedece a la racionalidad económica, es decir, se gasta en I & D porque resulta rentable,
como tan expresivamente se muestra en relación al genoma humano. El factor residual
de Solow se internaliza en la función de producción. Sin necesidad de suponer
crecimientos exógenos de alguna variable, en los modelos de esta especie se generan
tasas positivas de crecimiento de largo plazo de la economía.
Efectivamente entonces el crecimiento global es ahora considerado como un
proceso endógeno, pero extrapolar tal situación global a una escala geográfica menor,
18 Buitelaar R., ¿Cómo crear competitividad colectiva?, documento policopiado, CEPAL, Santiago de
Chile, Enero, 2000.
19 Consúltese el artículo anterior de Buitelaar para las referencias bibliográficas.
14
como una localidad, resulta a todas luces confuso ya que, a lo menos desde el punto de
vista decisional (y hay que concordar que un proceso de crecimiento económico es
necesariamente el resultado de una matriz de decisiones que toman diversos agentes), el
crecimiento local (cualquiera sea su escala precisa) inexorablemente en la globalización
asume un carácter crecientemente exógeno debido al carácter más y más alienígeno de
los tomadores de decisiones, esto es, los tomadores de decisiones, aún actuando con la
racionalidad económica más pura, no son, en su gran y creciente mayoría, habitantes de
ese lugar.
Lo que sí es perfectamente verdadero es que todo proceso de desarrollo es, por
pura definición, un proceso endógeno, que sólo compete, en su sueño, en su diseño y en
su implementación, a una comunidad que habita determinada localidad.
Garofoli 20, uno de los más notables exponentes del “nuevo regionalismo”
europeo define el desarrollo endógeno de la manera siguiente: “Desarrollo endógeno
significa, en efecto, la capacidad para transformar el sistema socio-económico; la
habilidad para reaccionar a los desafíos externos; la promoción de aprendizaje social;
y la habilidad para introducir formas específicas de regulación social a nivel local que
favorecen el desarrollo de las características anteriores. Desarrollo endógeno es, en
otras palabras, la habilidad para innovar a nivel local”.
Desde otro punto de vista también podría afirmarse que la endogeneidad de los
procesos de cambio territorial habría que entenderla como un fenómeno que se presenta
en por lo menos cuatro planos que se cortan, se cruzan entre sí.
En primer lugar, la endogeneidad se refiere o se manifiesta en el plano político,
en el cual se la identifica como una creciente capacidad local para tomar las decisiones
relevantes en relación a diferentes opciones de desarrollo, diferentes estilos de
desarrollo, y en relación al uso de los instrumentos correspondientes, o sea, la capacidad
de diseñar y ejecutar políticas de desarrollo, y sobre todo, la capacidad de negociar con
los elementos que definen el entorno del territorio.
20 Garofoli G., “Desarrollo económico, organización de la producción y territorio”, en A. Vázquez-
Barquero+ G. Garofoli (eds.) Desarrollo económico local en Europa, Colegio de Economistas de
Madrid, 1995
15
En segundo lugar, la endogeneidad se manifiesta en el plano económico, y se
refiere en este caso a la apropiación y reinversión local de parte del excedente a fin de
diversificar la economía local, dándole al mismo tiempo una base permanente de
sustentación en el largo plazo. En el plano económico, endogeneizar el crecimiento
local significa en la práctica intentar conciliar la propuesta estratégica de largo plazo del
territorio con las estrategias de largo plazo de los segmentos de capital extra local
presentes en el territorio.
En tercer lugar, la endogeneidad es también interpretada en el plano científico y
tecnológico, es decir, como la capacidad interna de un sistema –en este de un territorio
organizado—para generar sus propios impulsos tecnológicos de cambio, capaces de
provocar modificaciones cualitativas en el sistema.
En cuarto lugar, la endogeneidad se plantea en el plano de la cultura, como una
suerte de matriz generadora de la identidad socio territorial, cuestión ahora considerada
como fundamental desde el punto de vista de un desarrollo bien entendido.
Así pues, el enfoque del desarrollo local como un proceso endógeno de cambio
cabalga a horcajadas en el crecimiento y en el desarrollo, y por tanto comparte
elementos de exogeneidad propios del crecimiento local con otros de endogeneidad
propios del desarrollo. Las instituciones, las organizaciones y los actores, categorías
todas que pertenecen al lugar, pasan a ser los elementos relevantes desde el punto de
vista de diseño de políticas.
El enfoque del desarrollo local como empoderamiento de la sociedad local.
Desde la OECD21 ha surgido una nueva propuesta de desarrollo local fundada en la
“devolución” de competencias ejecutivas a los estamentos locales. Se sostiene que la
globalización exige devolución de capacidades hacia lo local.
La gente suele pensar de la devolución y de la globalización como dos
fenómenos opuestos. Uno es un proceso de aumento en la localización de las
decisiones; el otro es un proceso de incremento en la internacionalización de las
interacciones económicas. Sin embargo ambas tendencias son interdependientes, puesto
21 OECD: Devolution and Globalization. Implications for Local Decision-Makers, 2001, Paris, France
16
que para competir exitosamente en una economía globalizada, los territorios necesitan
crecientemente políticas que ayuden a construir y a explotar las capacidades endógenas.
La globalización supone crecientes flujos internacionales de capital y tecnología
y un aumento de los mercados internacionales y de la competencia. Esto está creando
una necesidad de ajustes económicos más rápidos y más profundos que en el pasado. Al
mismo tiempo, la “performance” de regiones y ciudades aparece como menos ligada a
la suerte de su economía nacional y más afectada por los desarrollos internacionales. La
globalización está cambiando la racionalidad de la intervención pública en términos de
cómo regular la economía y cómo colocar las políticas públicas en su lugar.
Queda abierta la puerta para que las propias sociedades territoriales asuman (o
recuperen) competencias que las capaciten para intervenir en sus propios procesos de
cambio social, ya sea el crecimiento, o bien, el desarrollo. Es interesante constatar que
la dinámica globalizadora hace que las hipotéticas curvas de demanda (social) de
autonomía local y oferta (estatal) de autonomía local se crucen aquí y ahora y no casi en
el infinito. Es clara la importancia que este fenómeno adquiere en los procesos de
configuración de asociaciones supra nacionales, como el MERCOSUR, por ejemplo. No
obstante, nada es automático y todo requiere de una “inteligencia” colectiva a ser
potenciada.
Puede concluirse que la globalización, en tanto proceso que simultáneamente
busca formar un solo espacio de mercado y múltiples territorios de producción,
contiene fuerzas que empujan la diseminación territorial de segmentos de variadas
cadenas de valor, al tiempo que hace surgir fuerzas de descentramiento y de
descentralización, así como de centralización y concentración y desde tal punto de vista,
de un “mix” de efectos, puede afirmarse que la globalización estimula el surgimiento de
procesos de crecimiento local, de lo cual no puede inferirse sin embargo que estimule
también procesos de desarrollo local. La localización de segmentos de cadenas de valor
en forma discontinua sobre el territorio mundial puede potenciar estructuras latentes o
puede crear estructuras a partir de las cuales se configuren “distritos”, “medios”, o
“clusters”, pero no parece haber nada de mecánico en ello. Potenciados o creados,
fenómenos como los descritos, ellos pasan a ser condiciones de entorno para sostener
procesos de desarrollo, los cuales requerirán, más que los primeros, de intervenciones
sociales inteligentes. Si la globalización estimula o no procesos de cambio social
17
altamente endógenos en algunos territorios dependerá de las dialécticas que se pongan
en juego y ello estará ligado a la devolución de capacidades y competencias que las
exigencias de la competitividad harán recaer en el Estado. Lo que parece claro es la
necesidad de contar con sociedades locales informadas, motivadas, poseedoras del
conocimiento mínimo para entender el propio proceso globalizador, y consensuadas
para actuar proactivamente, o sea, socialmente organizadas.
Como lo señala Paulo R. Haddad22 en un informe sobre el desarrollo humano en
el MERCOSUR: “Esta capacidad de organización social de la región es el factor
endógeno por excelencia para transformar el crecimiento en desarrollo, a través de una
compleja malla de instituciones y agentes del desarrollo, articulados por una cultura
regional y por un proyecto político” (en portugués el original), basándose en trabajos
previos de este autor23.
La conformación de espacios supra nacionales en la
globalización latinoamericana: efectos sobre los procesos
locales de crecimiento y desarrollo
A partir de la década de los ochenta la integración económica latinoamericana ha
resurgido con un dinamismo notable. Este proceso ha tenido lugar en un contexto
económico nacional e internacional radicalmente distinto del pasado. En efecto,
mientras que antes se privilegió una estrategia sustitutiva de importaciones, en un
entorno mundial donde el proteccionismo era un fenómeno de importancia relativa
mayor, en la actualidad los diferentes países profundizan la apertura, desregulación y
privatización de sus economías, en un marco externo de creciente globalización. En
este marco, a comienzos de los noventa, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay
constituyen el MERCOSUR con el objeto de formar un espacio económico a fines del
año 1994, donde sea libre la circulación de bienes, servicios y factores productivos entre
los países miembros, donde se establezca un sistema de tarifas externas comunes, con
coordinación de las políticas macroeconómicas y sectoriales y con armonización de las
legislaciones de los países miembros. En 1994 se firma el Tratado de Ouro Preto, dando
22 Haddad P.R. Relatorio sobre o Desenvolvimento Humano do MERCOSUL, s/f, Belo Horizonte,
MG, Brasil
23 Boisier S., Política económica, organización social y desarrollo regional, 1991 (5ª ed.), ILPES,
Santiago de Chile
18
origen formalmente al MERCOSUR, una unión aduanera semi completa (95 % del
comercio intra regional circula sin derechos aduaneros) y también una unión aduanera
imperfecta (las tarifas externas comunes cubren cerca del 85 % de los productos
comercializados por el bloque con terceros países). En 1996, el MERCOSUR y Chile
firman un Acuerdo de Complementación Económica (ACE) que agrega al programa de
liberación para el comercio de los bienes que cumplan el requisito de origen, un
Protocolo de Integración Física, cuyo objetivo es promover el desarrollo y la utilización
de la infraestructura física, con particular énfasis en el establecimiento de corredores
bioceánicos, una cuestión que provoca por sí misma considerables impactos
territoriales, pero que avanza con lentitud debido a varias restricciones, financieras y de
otra índole.
Es perfectamente obvio que el resultado inmediato más buscado mediante los
diversos tipos de acuerdos surgidos al amparo de la globalización es el aumento de los
flujos de comercio de bienes y servicios al interior de los nuevos espacios económicos.
Al desaparecer las barreras y al unificarse el mercado se modifican o pueden
modificarse tres conjuntos de precios: el precio relativo entre transables y no transables,
el de la divisa, y el del salario real. Unificado el mercado, el comercio de bienes y
servicios homólogos dependerá estrictamente de las competitividades relativas, en parte
basadas en ventajas comparativas estáticas y en parte en ventajas comparativas
dinámicas. Por ejemplo, es difícil para el sector carneo de la pecuaria chilena y de sus
regiones de base competir con la producción de la pampa húmeda argentina, si tal
competencia se basase sólo en ventajas estáticas; es más fácil o más amplia la
competencia cuando entran en juego algunas ventajas dinámicas, como puede ser la
tipificación o la capacidad para controlar la aftosa, como de hecho ocurre por parte de
Chile.
En todo caso, es claro que la emergencia de un nuevo patrón de comercio, que
no sólo resulta de una ampliación de una relación comercial previa, sino principalmente
de la introducción de nuevos items y de un cambio en las proporciones del intercambio,
tiene un impacto definido sobre las “antiguas” regiones y sobre el proceso de
reconfiguración de ellas, al generar nuevos espacios de comercio y al obligar a muchas
regiones a enfrentar procesos de reconversión productiva que no se encontraban en su
19
horizonte inmediato. Difícilmente, por ejemplo, las regiones o los territorios chilenos
productores de arroz, podrán soportar a largo plazo la competencia uruguaya.
Aquí el abanico se despliega en procesos simultáneos de aumento y reducción de
producción. Nuevamente y en forma similar al surgimiento de un nuevo ordenamiento
territorial, ahora lo que se está produciendo, bajo el empuje del capital que compite en
un espacio ampliado, es un generalizado y exógeno proceso de reconversión productiva.
Este proceso plantea nuevamente la cuestión de si un país aceptará la reconversión
generalizada de una manera reactiva o de una manera proactiva.
Un aspecto de particular interés en relación a los impactos territoriales del
MERCOSUR en algunos países resulta del hecho de que la remoción de las barreras al
comercio tiende a integrar completamente las regiones fronterizas24 y a cambiar la
magnitud y las fuerzas de aglomeración que operaban dentro de las fronteras nacionales.
Regiones pequeñas o periféricas pueden pasar a integrarse y conformar espacios
mayores, que operen como centros de aglomeración. En este sentido, afirma Vaillant25,
“la evolución en la especialización productiva no tiene una trayectoria parsimoniosa.
…por lo tanto empiezan a pesar otras consideraciones al momento de definir el lugar
de localización”. Demás está recordar que en el peculiar caso chileno, todas las regiones
son regiones de frontera, algo poco internalizado en el difuso discurso oficial sobre
regionalización y desarrollo.
De la globalización emergen cuestiones nuevas, como si fuera una Caja de
Pandora, por ejemplo, emergen nuevos códigos, así como una nueva geografía (ya
descrita), nuevos patrones de comercio, nuevos idiomas (mejor dicho, se consolida una
megaidioma, el inglés), nuevas tecnologías de interconexión, etc. De acuerdo a la
lexicografía común, “código” es tanto un conjunto de reglas y preceptos sobre cualquier
materia, como un libro en el que se insertan las palabras más comunes en el comercio
poniendo junto a cada una un grupo arbitrario de letras o números. Sirve para
comunicarse…en secreto. En cualquiera de estas acepciones, parece claro que la
24 Sobre el tema de regiones fronterizas puede verse: S. Boisier, “Notas en torno al desarrollo de regiones
fronterizas en América Latina”, Revista del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad
de Chile, # 78, Abril-Junio 1987, Santiago de Chile y también el trabajo de V. Torrijos: “La diplomacia
centrífuga. Preámbulo a una política exterior de las regiones”, Desafíos # 2, 2000, Universidad del
Rosario, Bogotá, Colombia
25 Vaillant M., Pradera, frontera y puerto, otra vez, Montevideo, 1997
20
globalización está introduciendo un nuevo código, que es precisamente, su código, el
código de la globalización, sin cuyo entendimiento o decodificación no es posible
pretender beneficiarse de este proceso.
En la perspectiva de los nuevos códigos de la globalización hay que llamar la
atención al papel de la pedagogía y de la educación, para capacitar a las personas en
entender y comprender las nuevas lógicas en juego, única forma de ser sujeto y no
objeto de la globalización, única posibilidad de transformar en incluyente un proceso
globalizador que hasta ahora muestra preferentemente su naturaleza excluyente. La
globalización produce más riqueza que pobreza, es cierto, pero también produce más
pobres que ricos.
Una consecuencia sutil y al mismo tiempo muy importante de la globalización,
radica en la incorporación de países, regiones, empresas y personas a una red mundial
que se configura como la función generatriz del crecimiento económico en el Siglo
XXI. La cuestión es ésta: si se está en la red, se crece; si no se está, no se crece. Pero
también puede agregarse una sutileza a una afirmación tan gruesa: hay que estar y hay
que saber estar.
INTERNET ejemplifica de una manera expresiva el argumento anterior: hay que
estar conectado, qué duda cabe, pero hay que saber usar la conexión. Para un territorio
organizado bajo cualquier modalidad (comuna, provincia, región), estar acoplado
institucionalmente a INTERNET es vital, pero si no se tiene la capacidad para crear una
página WEB, se está desaprovechando casi todo el potencial de la globalización.
La conformación de nuevos espacios supra nacionales al amparo de la
globalización pone frente a frente dos tendencias opuestas de localización. Paulo
Haddad (op.cit.) cita varios argumentos a favor de una reconcentración espacial: a) las
innovaciones más rápidas y los ciclos de productos más cortos estimulan una mayor
proximidad espacial entre las actividades de I & D y de manufacturas; b) las economías
en la mano de obra en la producción flexible hace que los costos salariales sean un
factor de interés menor para la deslocalización en dirección a áreas de menor costo de
mano de obra; c) la mano de obra polivalente y de alta calificación está concentrada en
los centros más complejos; d) la necesidad de proximidad física entre productores y
sectores subcontratados estimula la concentración. Pero el mismo Haddad también
21
presenta argumentos a favor de la deslocalización hacia áreas periféricas: a) la
reducción de la fricción de la distancia como subproducto de la Revolución C&T; b) la
fuerza de trabajo en las áreas más complejas, por historia y cultura sindical, es más
reacia a la flexibilización laboral; c) la identificación de mercados potenciales en las
áreas menos desarrolladas; d) las grandes empresas que se instalan en áreas periféricas
ejercen fuerzas de atracción sobre proveedores para su localización cercana; e) el
elevado nivel de competencia internacional fuerza la búsqueda de costos cada vez
menores, incluida la mano de obra.
De manera que en síntesis, es difícil hacer predicciones de mediano plazo sobre
la geografía resultante de los acuerdos supra nacionales. Hay, como se dijo, tendencias
que podrían considerarse como de apoyo al surgimiento de procesos localizados de
crecimiento que pudiesen ser asimilados a las formas discutidas de crecimiento local
que a su vez constituirían basamentos para un desarrollo local futuro, como también hay
tendencias que apoyan el aumento de la concentración allí donde ya se ha establecido,
conforme al viejo principio que señala que la concentración es el momento generatriz
de la concentración, tanto más verdadero cuanto más evidentes son los rendimientos
crecientes.
¿Qué pueden aportar las universidades a estos procesos?
La globalización está poniendo en jaque a muchas instituciones (normas,
arreglos jurídicos, leyes, tradiciones informales) y a muchas organizaciones. Peter
Drucker ha dicho, quizás exageradamente, pero no equivocadamente, que las
universidades no sobrevivirán al paso del Siglo XXI. Ello podría ser el resultado de la
enorme y exponencial presencia del conocimiento en redes virtuales acompañado del
uso de entornos y plataformas virtuales así como de software para el diseño de
materiales educativos digitales y el uso de portafolios y equipos distribuidos que hacen
viable estudiar programas de postgrado principalmente, sin presencialidad, y, sobre
todo, en mi opinión, a la lentísima velocidad de respuesta al cambio por parte de estas
organizaciones que datan en el Occidente desde el Siglo XI.
José Joaquín Bruner escribe al respecto: “El gran riesgo es que realmente
América Latina se quede excluido del orden global emergente de una economía basada
en conocimientos, de la sociedad de la información, simplemente porque no hemos
22
tenido la capacidad en uno de los sectores claves para la incorporación a ese nuevo
orden, no solamente de hacer los cambios necesarios, sino de hacer los cambios con la
velocidad necesaria. Porque en realidad hoy día ya no es un problema decir vamos a
cambiar o no vamos a cambiar. Tal vez cambiar 10 años después de lo que era
necesario ya no sirve; es una cosa muy dramática, pero en realidad, por primera vez
ahora el mundo está conectado de tal manera que la velocidad de los procesos de
cambio tiene una importancia esencial. Eso al final tiene un solo test, y es, si en las
instituciones de Educación Superior, en cada una de las universidades uno ve o no, que
hay el predominio de una dinámica de cambio por sobre una dinámica de conservación
o de cerrazón corporativa o de temor frente a la sociedad”26.
Sobre esta preocupación de Bruner se sobrepone todavía lo que he denominado
como “la ley universal de la descentralización” que dice que: La eficacia y velocidad
decisional de todo organismo público es inversamente proporcional al cuadrado de la
distancia al centro nacional de decisiones” una forma irónica para referirse a la
parsimonia fatal de las organizaciones—universidades en primer lugar-- ubicadas en “la
periferia de la periferia”, es decir, en las lejanas provincias. No hay dudas que en el
contexto de la globalización, cualquier organización ubicada en “la periferia de la
periferia” está obligada—si quiere sobrevivir—a ser por lo menos el doble de eficaz y
veloz en comparación con sus competidoras más centrales, que se benefician mucho
más de su propio entorno.
Siendo como es la globalización, un proceso profundamente ligado al proceso de
innovaciones y siendo éste un resultado del incremento del conocimiento, aparece claro
que la condición básica, para cualquier organización-- sea funcional como una empresa
o una universidad, sea territorial como una región o país-- para acoplarse al “centro” de
la globalización, es decir, a su núcleo dinámico cognitivo, reside en disponer del “saber”
necesario y pertinente para ello. Se ha sostenido, por ejemplo, que para los países
latinoamericanos “la ventana” de las manufacturas microelectrónicas ya se cerró con
candado, cuya llave está en manos de algunos pocos países asiáticos y europeos y que
por tanto acoplarse ahora al núcleo dinámico de la globalización presupone intentar
abrir “ventanas” todavía más complejas, tal vez “ventanas” biogenéticas, de servicios,
26 Bruner J.J., citado por Javier Medina: Por un nuevo liderazgo para facilitar el desarrollo de
comunidades y cultura del conocimiento en la formación avanzada, 2002, policopiado, Universidad
del Valle, Cali, Colombia
23
de nuevos materiales, etc. ¿Cómo pretender hacerlo sin disponer del conocimiento
necesario?
Pretender que la generación de ese conocimiento pudiese ser todavía una
responsabilidad única de la universidad sería un error fatal, en una época en que
hablamos de “conocimiento distribuido”, comunidades de conocimiento, redes
cognitivas, sinergia inter organizacional, y en general, de nuevos tipos de aprendizaje.
Admitiendo entonces un papel importante, pero lejos del papel propio del
pasado, a las universidades de los nuevos espacios—como la UE o el MERCOSUR—
hay que exigirles que cumplan a cabalidad con sus funciones centrales, investigación,
docencia, y extensión, pero en un nuevo entorno, altamente demandante, altamente
competitivo y cooperativo al mismo tiempo, en el cual la velocidad es un elemento
crucial, y para ello, y sobre todo las universidades subnacionales (regionales,
departamentales, provinciales e incluso, “comunitarias” como en el Sur del Brasil),
deben reafirmar su pertenencia y su pertinencia27 . La “pertenencia”, la incrustación en
una comunidad local es clave para afianzar la identidad de la universidad; en un mundo
tan abierto y tan competitivo, la “marca”, la “denominación de origen” juega un papel
importantísimo para ser distinguido entre miles de competidores28 y es clave igualmente
para obtener apoyo y respaldo económico de la comunidad que “siente” como suya a
una universidad que ha sido capaz de remarcar su “pertenencia”. La “pertinencia” se
refiere a la adecuación entre el quehacer universitario y las necesidades de corto y largo
plazo de la localidad en la cual está inserta y a la cual socialmente pertenece. La
pertinencia se relaciona con la “excelencia”, otra palabra clave en este ámbito;
difícilmente la Universidad del Comahue (Argentina) o la Universidad Austral de
Valdivia (Chile) o la Universidad de Santa Cruz do Sul (Brasil) pueden ser centros de
excelencia académica en todos los campos disciplinarios. Necesariamente cabe una
especialización que será la vía para alcanzar un estatus de “universidad nacional”29,
importante a la hora de captar “clientes” y recursos.
27 Boisier S., “Universidad, inteligencia social y desarrollo regional” Revista EURE # 60, 1994,
Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile
28 Nadie sabe más de esto que los productores de vino
29 Por ejemplo, un brillante egresado de la educación media en Chile que quisiese estudiar Medicina
Veterinaria, elegiría con toda seguridad como primera opción la Universidad Austral de Chile en la
ciudad de Valdivia, porque es un establecimiento que en tal carrera profesional ostenta el más alto rango
académico del país, por tanto se configura en ese campo, como una “universidad nacional”.
24
Según Francisco Pérez30 los factores que refuerzan o que debilitan el aporte de
las universidades a la competitividad de su entorno son:
a) Las características del entorno: Nivel de desarrollo económico y tecnológico;
Entorno empresarial y organizativo; Dotación y uso de capital humano;
Especialización de la economía e intensidad tecnológica.
b) Las características de las universidades: Recursos humanos y financieros;
Especialización científica; Cultura organizativa y valores predominantes;
Eficiencia, productividad y calidad docente e investigativa.
c) El funcionamiento de los enlaces: El sistema de I&D+i y el desarrollo y
difusión de resultados; Financiamiento de la I&D+i.
La pregunta clave es, por cierto, ¿en qué pueden contribuir las universidades a
un mejor posicionamiento, basado en el conocimiento, de “su” territorio en la
globalización? La respuesta es múltiple, como se describe a continuación.
En relación a la formación:
a) Preparar a más ciudadanos para asimilar más conocimientos y para participar
en un proceso de cambio permanente y rápido;
b) Mejora del capital humano formando más científicos e ingenieros
fuertemente impregnados de valores;
c) Mejorar la inserción laboral de los egresados, mediante una formación que
fomente la vocación empresarial y que les prepare para contribuir al proceso
innovativo;
En relación al binomio I&D
a) Reforzar la investigación: más y de mejor calidad;
30 Pérez F., La mejora de la competitividad: la contribución de las universidades, ponencia
presentada en la Jornada sobre “La competitividad en la sociedad del conocimiento y las instituciones de
ciencia y tecnología”, Valencia, España, 31 de mayo de 2004.
25
b) Reforzar la conexión entre innovación y empresa;
En relación al cambio estructural de la economía:
a) Apoyo a la creación de empresas de base tecnológica mediante
“incubadoras” y otros mecanismos de apoyo;
b) Apoyo a la mejora tecnológica de las empresas y sectores existentes
mediante programas sistemáticos de transferencia tecnológica;
En relación al desarrollo regional:
a) Contribuir a las estrategias locales y regionales para el desarrollo del
territorio en la contemporaneidad (conocimiento+valores).
Este punto requiere una ampliación y profundización. ¿Qué significa “contribuir a
las estrategias…”?, ¿cuál puede ser tal contribución? Parece evidente que ella no podría
limitarse a contribuciones a nivel micro, esto es, a nivel de empresas o actividades; un
nivel meso parecería ser el nivel apropiado para concretar tales contribuciones.
Si se admite que tanto el crecimiento económico de un territorio como su
desarrollo son procesos colectivos y sinérgicos, se sigue que el logro de ambos
presupone una forma de coordinación de los diversos agentes (tomadores de decisiones)
involucrados de manera que la matriz decisional resultante muestre una elevada
coherencia interna y una direccionalidad pre establecida.
Esta coordinación es por definición, horizontal y heterárquica, ya que de otra
forma sería una imposición. ¿Cómo llegar a este resultado? La respuesta parece
encontrarse en el campo de la lingüística, es decir en el uso de la palabra, el discurso y
la conversación para crear un futuro y para generar consenso social.
Esto no puede sino ser el resultado de un complejo proceso de introducción en el
cuerpo colectivo de un energía externa, una forma de negentropía, que la hemos
denominado como “sinergia cognitiva”, definida como un conocimiento científico
compartido por la mayoría (aunque no necesariamente por unanimidad) de los agentes
sociales, acerca de la naturaleza y dinámica de los procesos de cambio social que se dan
en el territorio: el crecimiento y el desarrollo, estructuralmente diferentes pero no del
26
todo independientes31. En síntesis, esto equivale a “descubrir” y a adoptar dos cuerpos
cognitivos que “empoderan” al colectivo para intervenir contemporáneamente en la
promoción tanto del crecimiento como del desarrollo.
Se trata en primer lugar de adoptar en la práctica diaria una visión territorial que
permite entender el territorio—cualquiera sea su escala—como, primero, un sistema,
segundo, como un sistema abierto, y tercero, como un sistema abierto y complejo. No es
muy sencillo, pero en definitiva no hay nada que inventar desde el punto de vista
cognitivo, sólo adaptar conocimiento ya creado, venciendo, por cierto, toda clase de
rigidez mental.
Se trata en segundo lugar, de abrir espacio mental para un segundo marco
cognitivo, nuevo, que permite entender cuáles son hoy día los factores determinantes
tanto del crecimiento como del desarrollo y bajo qué modalidad relacional del
sistema/entorno ellos se producen.
Ello lleva, en apretada síntesis, a sostener que el crecimiento de un territorio
depende ahora de seis factores: i) la acumulación de capital; ii) la acumulación de
progreso técnico; iii) la acumulación de capital humano; iv) la demada externa; v) los
efectos territorialmente diferenciados del cuadro de política económica macro, y; vi) el
proyecto nacional o proyecto país y sus desdoblamiento territorial. Como se anticipó
más atrás, siendo la mayoría de los agentes decisores externos al territorio, es legítimo
sostener que el crecimiento subnacional es esencialmente un proceso exógeno desde
este punto de vista. Puede agregarse, sistémicamente, que el crecimiento territorial es
una función de la interacción entre el sistema y su entorno.
Por otro lado y considerando el carácter estrictamente endógeno del desarrollo
territorial, puede sostenerse que éste proceso depende de la sinapsis y de la sinergia que
opera entre seis subsistemas pertenecientes al sistema territorial en cuestión y que
definen su complejidad: i) el subsistema de acumulación; ii) el subsistema axiológico;
iii) el subsistema decisional; iv) el subsistema procedimental; v) el subsistema
organizacional y; vi) el subsistema subliminal. El desarrollo es visto entonces como una
31 Boisier S., El desarrollo en su lugar, op. cit. y del mismo autor, Conversaciones sociales y
desarrollo regional, 2000, Editorial de la Universidad de Talca, Talca, Chile.
27
emergencia sistémica o como una propiedad evolutivamente emergente de un sistema
territorial complejo.
En tercer lugar, como ha sido insinuado en varias oportunidades, ambos procesos
territoriales de cambio están profundamente articulados con el nuevo entorno
territorial, un complejo abanico de procesos que están cristalizando en la actualidad y
que se asocian al surgimiento de tres nuevos escenarios para los territorios: un nuevo
escenario contextual (apertura externa e interna), un nuevo escenario estratégico (nueva
geografía y nuevas modalidades de gestión) y un nuevo escenario político (
modernización del Estado y nuevas funciones de gobierno subnacional).
Parece perfectamente evidente, admitida aún a priori la validez de las hipótesis
anteriores, que el entendimiento de estas cuestiones es una condición sine qua non para
minimizar los errores de las intervenciones o, a la inversa, para maximizar las
probabilidades de éxito de ellas.
En la práctica, todo esto se transforma en un verdadero imperativo docente,
investigativo y de extensión para las universidades locales. Son las instituciones
privilegiadas, pero no las únicas, para desarrollar permanentemente estos conceptos,
para entregarlos en programas contemporáneos de formación de pre y pos grado, en este
último caso, en programas dirigidos al tema del desarrollo territorial, y para difundirlos
hacia un público más amplio. Después de todo, Yehetzel Dror32 tiene mucha razón al
sostener que “Se requieren élites de gobernación democráticas, y adecuadamente
cualificadas para representar el futuro y los intereses de la humanidad , y para
perfeccionar el eslabón entre conocimiento y poder. Al mismo tiempo deben hacerse
vigorosos esfuerzos para elevar el nivel de entendimiento popular en relación con
temas complejos”
Conclusiones
El proceso de globalización produce importantes cambios en la geografía de la
producción, no sólo manufacturera, sino en su acepción más amplia, incluyendo
actividades como la agricultura y el turismo. La libre circulación del capital en nuevos
espacios ampliados de comercio y los procesos de reconversión a los que se ven
32 Dror Y., La capacidad de gobernar. Informe al Club de Roma, 1994, F.C.E. México
28
empujados los territorios sumados a las innovaciones tecnológicas generan nuevos
mapas productivos, con sus inevitables balances de pérdidas y ganancias.
Nuevas actividades en nuevos espacios abren posibilidades ciertas de generar
procesos de crecimiento local, los cuales pueden servir de base y entorno para procesos
más complejos de desarrollo local endógeno. Que los procesos de crecimiento se
asimilen o no a los modelos comentados—distritos, clusters, y cambio endógeno—
dependerá de la calidad de la respuesta local, influenciada a su vez por la catálisis que
los sistemas locales de I&D, universidades principalmente, puedan introducir en el
medio local.
El papel de las universidades subnacionales especialmente, resulta de la mayor
importancia, no sólo en términos de la transferencia tecnológica a procesos fabriles y
organizacionales; el aporte crucial de las universidades debe manifestarse en su
contribución a la creación y difusión de marcos cognitivos nuevos, contemporáneos y
pertinentes para dar respaldo científico a las intervenciones de la propia sociedad sobre
los dos procesos de cambio social más importantes para ella misma: el crecimiento y el
desarrollo territorial.
Usando el lenguaje de moda, “hay que apostar a ganar en la globalización”.
domingo, 7 de diciembre de 2008
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